Opinión

Maltratados, denostados y mal pagados. "Camionero García". Opinión

Maltratados, denostados y mal pagados. "Camionero García". Opinión

Maltratados por el propio sector, denostados por la sociedad en general y mal pagados en todos los sentidos, salarialmente, sanitariamente y en su imagen de trabajadores dignos y admirables por la labor que realizan. Ser conductor de camión en estos tiempos es para pensarlo, tanto en corto recorrido como en la larga distancia. Hay malas costumbres que se han hecho habituales y muchas veces promovidas por las propias empresas de transporte.

La opinión y la crítica es el fundamento principal de esta sección del CAMIONERO GARCÍA, pero también lo es la defensa de la verdad y de la razón y aquí hay una verdad absoluta que es el maltrato continuado a los trabajadores del sector del transporte por carretera. No es necesario poner negro sobre blanco de cual es su labor y como lo desarrollan, porque de todos es conocido. Sin embargo hay que sacar a la luz y no solo en tiempo de pandemia, lo que le está ocurriendo al sector en su conjunto.

Durante años se ha ido fraguando el lenguaje del “esto es lo que hay” y “búscate la vida”. En las empresas se han preocupado más en dividir que en sumar, han enfrentado a los conductores contra otros conductores, interviniendo e influyendo en la formación de los comités de empresa, imponiendo su criterio. Han creado dos clases de trabajadores, los gestores y administrativos por un lado y los conductores por otra, abriendo guerras de intereses donde no tenía que haberlas.

Las empresas, muchas, se han dedicado a destruir su propio tejido laboral, hasta el punto de no encontrar conductores, pero también lo tienen difícil para encontrar personal administrativo y gestores de tráfico que aguanten la presión. Eso sí, sin cambiar un ápice su estrategia.

Durante años han incentivado el pago por kilómetro como salario, porque es su forma de cobro, gastos fijos más variables, a tanto el kilómetro y en esa dinámica es en la que se mueve el sector sin tener en cuenta otras variables que se le atragantan cuando las prisas aprietan y esas prisas vienen dadas por su mala gestión, la de los viajes y la de los precios a cobrar, permitiendo aberraciones como la implantación de TENDER para la obtención de trabajo.

Se olvidan que hoy todo o casi todo tiene hora de carga y descarga, sometiendo a una presión innecesaria a los conductores, que lo único que quieren es hacer bien su trabajo y cumplir con las normas, que muchas veces se le obliga a violar de manera grave e irresponsable por parte de los gestores de tráfico. Se envalentonan con estos y se bajan los pantalones con los cargadores o agencias cuando cogen viajes a bajo precio sin poner en valor el tiempo que va a ser necesario emplear para realizar el servicio.

Es fácil echar culpas sobre el último eslabón para justificar su mala gestión, son cobardes a la hora de defender los intereses de la empresa y ponen en entredicho el buen hacer de sus trabajadores. Estas acciones son las que permiten que un carretillero te pueda maltratar, te pueda ordenar, prohibir y perjudicar en tu labor, porque hay un consentimiento por parte de las empresas de transporte para que ello ocurra. Y vaya si ocurre. Esta presión a la que se ven sometidos también tiene una cara, la del miedo e inseguridad, por no tener lugares seguros donde descansar y se ven forzados a mantener un ojo abierto por su propia seguridad, la del camión y sus mercancía, por lo cual no hay ni un mero agradecimiento.

Ser conductor de camión es una profesión de riesgo, donde hay que tener un carácter especial para soportar el paso del tiempo y sobrevivir a sus presiones, donde uno se deja la salud cuando no la vida, y solo en contadas empresas se les reconoce como personas y no como números verdes.

Todo esto tiene una solución que pasa porque las empresas empiecen a cambiar ese lenguaje de violencia en el entorno laboral, que es el maltrato en las condiciones de ejercer el trabajo. Cambiarlo por la empatía y la defensa de los derechos fundamentales de las personas, muchas veces vejadas y por el derecho a un trabajo digno, donde se puedan cubrir las necesidades personales y vitales de los conductores, y esto es responsabilidad de las empresas pero también de los propios trabajadores, no aceptando dichas formas de trabajar o denunciando en las instituciones correspondientes o a través de sus organizaciones todas y cada una de las violaciones de sus derechos como trabajadores dignos.

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Foto: Archivo Diario de Transporte