Medidas de seguridad en los camarotes. "Camionera Metalera". Opinión
A vueltas con la maldita pandemia, que no se acaba nunca.
Mucha medida de seguridad en algunas fábricas, que si ponte la mascarilla, que si ponte gel para entrar en la oficina, que si no te acerques a la pantalla de protección, que si espera que te tome la temperatura, (no se te ocurra tener unas décimas de fiebre por cualquier otra causa, que se da por hecho que es el puñetero Covid 19 y no entras), que sí máximo 2 personas en la oficina.
Esto en fábricas, almacenes, talleres, surtidores y cualquier otro sitio donde haya personas humanas. Vuelvo a recordar que a los conductores no se nos incluye en esa categoría (!!)
Que sí, que todo esto está muy bien pero ¿Qué pasa en el barco?
En el barco no debe haber riesgo de contagio entre los conductores porque ahora que ya viaja todo el mundo, nos meten a 4 en el mismo camarote, 4 conductores en un espacio super reducido y con un único baño que lógicamente nadie desinfecta entre un uso y el siguiente.
En el camarote no es que no haya 2 metros de separación por seguridad, sino que ¡Están los cuatro conductores en esos 2 metros!
¡¡Ahh..!! espera.., es que si ponen un chofer por camarote no es económicamente rentable, claro.., así sí lo entiendo. Ya no importa el contagio.
Al fin y al cabo los camioneros podemos contagiar al resto de la humanidad, pero entre nosotros no existe ese riesgo. ¡¡Entre nosotros somos inmunes!!
Un poco de seriedad a la hora de aplicar las normas, por favor.
Porque todo este despropósito lo único que puede causar es que bajemos la guardia, y que nos tomemos las medidas como aleatorias sin ningún sentido y sólo puestas para que no contagiemos al resto de la población, importando muy poco si nos contagiamos entre nosotros.
Como dice el dicho “a chofer muerto, chofer puesto” o algo parecido, que el cansancio no me deja pensar con claridad.
Ahora voy a ver cómo os cuento algo que ha pasado entre camioneras, compañeras camioneras, porque va a ser difícil que me creáis. Sigo pensando.
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Foto: Begoña Urmeneta