Los lunes al sol. "Camionero García". Opinión
Cada lunes iniciamos la semana pensando que la pesadilla ha pasado y que el volumen de trabajo va a aumentar exponencialmente, porque más bajo es imposible que caiga y en este caso, no es que caiga más, sino cuánto va a durar esta depresión y cuántas empresas se van a quedar por el camino.
Ya asumimos que va a ser imposible mejorar los anteriores precios de los servicios, asumimos que no van a crecer los salarios, que va a aumentar mucho el paro en el sector y que la esperanza de sobrevivir con dignidad a esta crisis es una utopía irrealizable.
La verdad es que el desánimo se palpa en el ambiente, la incertidumbre limita una buena actitud ante la situación y el miedo nos paraliza y acorrala frente a un futuro que se ve muy negro, con un presente donde nos sentimos abandonados en todos los aspectos.
Ya somos héroes venidos a menos, un mal sueño que va camino de ser una pesadilla.
No quisiera hacerme eco de todas las reivindicaciones que desde el CNTC le exigen al MITMA, o que los cargadores asuman sus responsabilidades en la cadena de suministro, ni quiero entrar en la situación de autónomos y asalariados, porque es todo tan surrealista que pareciera que estamos en un callejón sin salida presionados por nosotros mismos y nuestra incapacidad para reaccionar.
Lo que más me duele de esta situación es que los paganos de este desastre van a ser los conductores y los autónomos, porque ninguno de los grandes empresarios o altos ejecutivos de las grandes empresas se van a quedar desnudos y sin comida en el plato.
Los autónomos sufriendo los vaivenes de quienes les pagan y como les pagan sin poder decidir sobre su negocio con la libertad y competencia necesaria para sobrevivir con la dignidad y profesionalidad que merecen por el riesgo que han adquirido. Los conductores porque son, al fin y al cabo, los actores necesarios para el buen funcionamiento del sistema y son a los que ponen en la diana de los desprecios, insultos y los peor pagados por las funciones que realizan.
Y no, no voy a ser el defensor a ultranza de conductores y autónomos. Soy un firme defensor del transporte de mercancías por carretera, de sus empresas y trabajadores porque soy camionero y porque es la profesión que me gusta, de la que sé y entiendo un poco y es la que me permite aprender cada día. He pasado por casi todas las actividades del sector y conozco bien lo que hay entre bambalinas y puedo decir que no me gustan las actitudes de muchos asalariados y autónomos que por voluntad propia deciden incumplir unas normas establecidas aunque no estemos de acuerdo con ellas.
Y mucho menos me gustan las actitudes de muchos empresarios que buscan sacar mayores beneficios a costa de abusar de las obligaciones de sus trabajadores y menos de aquellos empresarios que tienen a perros de presa por gestores de tráfico, maltratando en muchos casos a sus subordinados y encaminándolos a incumplir normas que ni siquiera ellos conocen, verdaderas bestias negras del sector.
Se que hay otros métodos para llevar a buen puerto el sector y así poder repartir entre todos el trabajo y los beneficios. No todo es quitar y quitar a los que más trabajan, porque de tanto quitar, cuando vienen mal dadas no somos capaces de aguantar el tirón y se está demostrando con esta crisis que está sacando a flote toda la mierda que se esconde detrás de esta fórmula de super competencia y de subasta, donde los beneficios están en el esfuerzo de terceros y su sumisión a las prácticas abusivas que imponen los de siempre.
Además de pedir respeto, hay que pedir mayor nivel de inspecciones y mayor compromiso por parte de los gobiernos para evitar llegar a situaciones de semiesclavitud para los conductores y para que los pequeños empresarios no se vean ahogados por las presiones económicas de los bajos precios, las demoras en los pagos y el exceso de burocracia.
Hay que fomentar una formación profesional que permita un mayor conocimiento del sector para los que llegan nuevos y mayor exigencia formativa para los que quieran montar empresa, que dé un plus de cualificación al sector y pueda abandonar la precariedad a la que está sometida actualmente esta profesión.
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