Opinión

Cambiar el rumbo: Opinión de Juan Novoa

Cambiar el rumbo: Opinión de Juan Novoa

Autor: Juan Novoa en Foro Comités Empresas Transporte

Cuando un barco se hace a la mar lo más importante para que la travesía sea buena es en manos de quien este, una buena tripulación y sobre todo un buen capitán garantizan en la mayoría de los casos regresar a puerto sin novedad.

Cuando además se aproximan tormentas es todavía más importante contar con tripulaciones expertas y que estas estén perfectamente coordinadas y dirigidas, poco o nada pueden hacer los marineros sin un buen equipo en el puente de mando y este debe contar con un buen capitán.

Cuando se avecinan tormentas durante la travesía un buen capitán es aquel que es capaz de adelantarse a ellas y evitarlas, corrigiendo el rumbo cuando eso sea posible, si eso no fuese posible el buen capitán toma las decisiones necesarias para atravesar la tormenta con los menores daños.

Un buen capitán gobierna su barco con mano firme asiendo el timón con fuerza y tomando decisiones con seguridad, adaptándose a las circunstancias y no dudando a la hora de tomar decisiones.

En lo que respecta al transporte se empiezan a ver en el horizonte nubarrones que anuncian tormentas y que en el caso de l@s comductor@s anuncian galernas que diría un marinero de antaño.

Ante el temporal que se aproxima en lo laboral para l@s conductor@s de la vieja Europa y sobre todo en España, y ya sabemos que lo que en Europa es una tormenta en nuestro país se convierte como poco en temporal, cuando no desemboca en un huracán, en lo que a temas laborales se refiere.

Los sindicatos como los conocemos han hecho durante años una labor impagable, no hay que olvidar que los pocos derechos que tenemos l@s trabajador@s son gracias a ellos, algunos de sus dirigentes se han dejado la vida por defender los derechos de l@s trabjador@s.

Es de bien nacidos ser agradecidos, dice un refrán español, y debemos agradecerle todo lo que han hecho por nosotros, pero eso no quiere decir que cundo no hacen su trabajo o lo hacen mal nos tengamos que quedar callados.

Bien es cierto que no somos precisamente un país que destaquemos por una alta participación sindical, más bien al revés, pero también se deberían preguntar si no tendrán parte de culpa los que están al mando del barco, que solo salen de sus despachos donde hay una foto fácil, y que cuando han venido tormentas se han puesto al abrigo dejando a l@s conductor@s a merced de los empresarios que siempre sacan partido de los malos tiempos, eso sí una vez llegamos a puerto siempre son los primeros en la foto.

Los sindicatos de este país llevan años alejándose de l@s tabajador@s, sobre todo en el transporte donde están desaparecidos desde hace años.

Nadie se puede creer que no saben que la mayoría de empresas se pasan por el arco del triunfo los convenios colectivos que ellos firman y que por cierto dejan constancia de ello con una buena foto.

¿Alguien se cree que no estén al tanto de las muchas horas de más que se trabajan en el transporte y que ni nos pagan ni cotizan, por ellas? Por supuesto.

¿Cómo es posible que no sepan que una gran parte de empresas están pagando por km.? No pagan las dietas que están reflejadas en los convenios que ellos firman dejando buena constancia de ello con titulares de prensa y como una buena foto.

¿Como narices no van a estar enterados de las muchas infracciones que nos obligan a cometer con la muy traída frase de “TIRA QUE PAGO YO”?. Lo tienen que saber y si no lo saben peor aún, entonces no están haciendo su trabajo.

Cuando alguien se atreve a denunciar los desmanes de los empresarios el peso de esa acción recae sobre el trabajador, quedando sin trabajo en muchos casos y sin los ingresos que sustentan a a su familia, no es de extrañar que la mayoría sean reacios a denunciar y lo que hagan sea abandonar esa empresa en cuanto tiene oportunidad.

Hace falta cambiar las leyes sindicales, y asuman más competencias y dejen de ser actores secundarios, pasando a ser actores imprescindibles.

Se avecinan tormentas necesitamos que nos guie un buen capitán, con mano firme y que no le tiemble el pulso para CAMBIAR EL RUMBO.

Un artículo de opinión de Juan Novoa.

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Foto: Archivo