Opinión

Camioneros, Quijotes de las marchas. "El diván del transporte". Opinión

Camioneros, Quijotes de las marchas. "El diván del transporte". Opinión
imagen de un camión y de Don Quijote Y Sancho. Xavi Navarro
Camioneros, Quijotes de las marchas. "El diván del transporte". Opinión

  Xavi Navarro, Director de Transporte News Radio www.transportenewsradio.com

"En esto, descubrieron treinta o cuarenta operadores logísticos que hay en aquel polígono; y, así como don Quijote los vio, dijo a su segundo conductor:

–La ventura va guiando nuestras cosas mejor de lo que acertáramos a desear, porque ves allí, amigo Sancho, donde se descubren treinta, o pocos más, desaforados cargadores, con quien pienso hacer batalla y transportarles a todos las mercancías, con cuyos despojos comenzaremos nuestra ruta; que aquesta es buena estiba, y es gran servicio de Dios quitar tan mala carga de sobre la faz de la carretera.

–¿Qué cargadores? –dijo Sancho Panza.

–Aquellos que allí ves –respondió el transportista– de los muelles largos, que los suelen tener algunos de casi dos leguas.

–Mire vuestra merced –respondió Sancho– que aquellos que allí se parecen no son grandes cargadores, sino pequeños operadores, y lo que en ellos parecen muelles son garitas de vigilancia, que, con sus barreras, hacen parar a los vehículos.

–Bien parece –respondió don Quijote– que no estás cursado en esto de las aventuras: ellos son grandes cargadores; y si tienes miedo, quítate de ahí, y ponte en oración con tu transpaleta que yo voy a entrar con ellos en fiera y desigual batalla.

Y, diciendo esto, dio de espuelas a su camión Pegaso, sin atender a las voces que su segundo conductor Sancho le daba, advirtiéndole que, sin duda alguna, eran pequeños operadores, y no grandes cargadores, aquellos que iba a acometer. Pero él iba tan puesto en que eran tales cargadores, que ni oía las voces de su segundo conductor Sancho ni echaba de ver, aunque estaba ya bien cerca, lo que eran; antes, iba diciendo en voces altas:

–Non fuyades, cobardes y viles criaturas, que un solo camionero es el que os acomete."

Cervantes, Don Quijote de la Mancha (con algunas modificaciones).

El CAP o el libro de la Orden de Caballería

La historia comienza con la atenta escucha a sus mayores, que ejercieron el duro oficio, de múltiples hazañas a lo largo y ancho de los caminos y las plazas que el destino le deparó. Sus narraciones le dan el ánimo suficiente y el empuje al oficio que entiende como predestinado. Entonces, reúne los requisitos necesarios de aprendizaje de sus herramientas de trabajo (obtiene los permisos de conducción) y se presenta a la prueba que le hará merecedor de su ansiado sueño, el CAP.

Así como los caballeros medievales eran instruidos en el uso de las armas y los valores de su oficio, los camioneros deben obtener el Certificado de Aptitud Profesional (CAP). En ambos casos aprenden las reglas necesarias para ejercitar su labor con fidelidad a las normas establecidas. El camionero se forma para conducir racionalmente respetando las normas de seguridad, aprende la reglamentación y la normativa vigente y conceptos relativos a la salud en su trabajo, entre otras materias. Como el caballero medieval, este ha de superar unas pruebas para obtener el título que le permita ejercer su oficio, tras lo cual pondrá su (espada) camión al servicio de los (nobles) empresarios.

El oficio de infeliz camionero

Superada la prueba llegó la hora de la verdad. El trabajo que supuso como el oficio al que estaba predestinado, al que ha dedicado tantos esfuerzos y en el que ha invertido sus pocos ahorros y los de sus más allegados no es tan romántico como soñó ¿Dónde queda la libertad de trabajar a su aire, de sentir la potencia de su "caballo de acero" cada kilómetro que este devora, de ser admirado y reconocido por los paisanos de cada núcleo de población que cruza? Comprueba, estupefacto, que lo que creía que iba a ser su oficio es pura ilusión. Llega la decepción. Y sólo, un día tras otro, con los ojos fijos en el horizonte de la carretera, en su soledad, se adapta o muere.

Ante esta disyuntiva sus pensamientos no le permiten optar por un cambio de oficio. Recorre kilómetros, ruta tras ruta, hasta que insensible a todo sufrimiento se convierte en el camionero que su patrón o su cliente quiere: Un instrumento sumiso que trabaje el mayor tiempo posible en todo tipo de tareas, no sólo las de conducción, que le permita un amplio margen de beneficios independientemente que lo mal que le pague, y que pueda servirse de él como de un pañuelo de usar y tirar. Claro que, el curtido camionero no se resiste porque es un lobo solitario sin fuerzas y sin ganas de oponerse a los deseos de su amo y señor.

Un final desafortunado para los "Quijotes de la carretera"

Ese cuento del camionero que recorre los caminos desfaciendo entuertos y salvando princesas no es más que eso, un cuento. Desea estar junto a su amada Dulcinea tras cada jornada, pero cada vez le cuesta más, incluso ver crecer a sus retoños porque el camionero en casa ni está ni se le espera. Su familia quedó en tierra, aparcada, haciendo malabares porque lo que reciben de su jornal no es suficiente para mantener sus despensas y los acreedores crecen día tras día. De nada sirve su coraje, su valor, su entrega con la que se enfrenta a los retos diarios, a las justas y torneos de las cargas y descargas en los centros de operadores logísticos y grandes distribuidoras. El papel de Quijote con la honra arrebatada ya caducó, aunque se siga engañando ante sus compañeros de oficio en posadas y albergues. No puede seguir viviendo de la fantasía quijotesca, de luchar por sus ideales en un mundo donde no tiene cabida, debe cambiar o sucumbir a la realidad.

Reconocer la fantasía y poner soluciones

Sólo si abandona el personaje que estaba interpretando, si acepta dejar de batirse él solo en duelos estériles, encontrará el camino que le conduzca a la dignidad ejerciendo ese oficio que, a pesar de todo, ama. Si se une a otros camioneros que como él han llegado a esa conclusión, si se pone al lado de asociaciones y sindicatos que agrupados tengan la fuerza suficiente para combatir, podrá al menos luchar por un futuro mejor, por la recuperación de los derechos perdidos. Aportando su experiencia, sus ideas, sus ganas por sacar adelante las reivindicaciones de un sector tan golpeado por corruptos intereses comerciales, quizás logre lo que tanto merece: poder trabajar para vivir y no vivir para trabajar.

Xavi Navarro

Foto noticia: Xavi Navarro