El maquinista del Alvia de Santiago avisó del riesgo: “Fue un accidente anunciado”

Esa conversación por teléfono, según el conductor, le distrajo de la conducción
Imagen del conductor del Alvia en el Congreso
El maquinista del Alvia de Santiago avisó del riesgo: “Fue un accidente anunciado”

EFE.- El maquinista del Alvia siniestrado en Santiago en 2013, Francisco José Garzón Amo, aseguró ayer entre lágrimas en el Congreso que se trató de “un accidente anunciado”, porque parte de la seguridad de la línea y, en concreto, de la “peligrosa” curva de Angrois quedaba sólo “en manos del maquinista”.

Garzón, que ha comparecido acompañado por su abogado ante la Comisión de Investigación sobre el accidente en el que murieron 80 personas en julio de 2013, ha vuelto a pedir perdón a las víctimas y a las familias y ha reconocido que sufrió un despiste al recibir una llamada rutinaria del interventor del tren.

En su primera declaración, leída por el secretario de la comisión ante la imposibilidad de hacerlo él mismo por la emoción, el maquinista ha solicitado que se pudiera escuchar en la sesión la grabación completa de la conversación que mantuvo con el puesto de mando de Atocha instantes después del accidente.

Una conversación en la que reconoció que iba a 179 kilómetros por hora y no a 80, tal y como se filtró esos días a la prensa, pero que también contenía una queja, no conocida entonces, sobre la falta de señalización y de medidas de seguridad de la línea. “Dije que algún día esto iba a pasar, que éramos humanos”, ha admitido.

Una grabación que la Mesa de la Comisión ha decidido no difundir públicamente en la sesión, pero que el portavoz de ERC, Gabriel Rufián, ha intentado reproducir en su teléfono móvil aprovechando su turno de palabra.

Algo que no le ha permitido el presidente de la Comisión, el diputado del PDeCAT Feliu Guillaumes, debido a que este tipo de documentos de los tribunales sólo pueden ser utilizados cuando son facilitados por la autoridad judicial, por lo que ha suspendido la sesión durante unos minutos.

La actitud de Rufián ha sido criticada duramente por otros portavoces, que han denunciado el “numerito” del portavoz de ERC y han pedido el cumplimiento de normas que eviten la “utilización partidista del dolor”. Fuentes parlamentarias han apuntado a EFE que incluso se ha sugerido la posibilidad de que sea apercibido por sus reiteradas salidas de tono.

Tras este episodio y reanudada la comparecencia, la portavoz de En Marea, Alexandra Fernández, ha optado por leer el contenido literal de la conversación, en la que el maquinista insiste sobre el peligro de la curva en la que descarriló el tren y de la que había alertado repetidamente a sus superiores antes del siniestro.

“Las señales solo se pusieron después”, ha denunciado el maquinista, que también ha criticado las circunstancias de su detención por parte de la Policía, coincidiendo con la visita del ministro del Interior a Santiago.

“¿Piensa que fue un cabeza de turco?”, le ha preguntado la portavoz de En Marea, a lo que el maquinista ha contestado entre sollozos que solo quiere vivir “en paz” y que preferiría haber muerto en el accidente si, con ello, se hubiera salvado algún pasajero.

Ha reconocido que, en el momento del accidente y cuando tenía que frenar para entrar en la curva de Angrois, estaba hablando por teléfono con el interventor del convoy, una llamada “fatídica” que estaba obligado a atender, pero que le hizo despistarse de la velocidad del tren.

Esa conversación por teléfono, según el conductor, le distrajo de la conducción y provocó que entrara en la curva a una velocidad excesiva. Sin embargo, ha lamentado que Renfe no hubiera hecho una valoración del riesgo de atender esas llamadas por la pérdida de “consciencia situacional” que puede suponer para el maquinista.

En la sesión de ayer también ha comparecido el interventor del tren, Antonio Martín Marugán, que ha confirmado que instantes antes del accidente llamó al conductor del convoy para hacerle una consulta sobre una próxima parada en la localidad de Pontedeume. Para el interventor, esa llamada, de apenas minuto y medio de duración, era habitual y para ello se utilizaba un teléfono corporativo que le proporcionaba la empresa.

El trabajador, ya jubilado, y que no ha vuelto a prestar servicio en Renfe, ha asegurado que tiene conocimiento de que la compañía ha recomendado a su personal limitar este tipo de llamadas con los maquinistas a las estrictamente imprescindibles.

No obstante, y sobre si el lugar del trayecto en el que decidió marcar el número del maquinista, en un tramo en el que hay que reducir drásticamente la velocidad, pudo influir en el accidente, ha afirmado que él desconocía el punto concreto de la línea en el que se encontraba y que hizo la llamada porque en ese momento estaba libre y necesitaba hacer esa consulta.

“Nunca escuché nada de la peligrosidad de esa curva de Angrois”, ha remarcado el interventor, que tampoco había escuchado antes que a ese modelo de tren se le hubiera apodado Frankenstein por su inusual configuración técnica.

Pese a ello, ha admitido que, si esa curva hubiera estado “en otra circunstancia” o hubiese estado instalado otro sistema de seguridad, el accidente quizá se habría evitado, aunque reconoce que no lo puede saber a ciencia cierta.

Y es que ha remarcado que, como interventor del tren, él no atendía cuestiones técnicas o de conducción del convoy, que eran competencia exclusiva del maquinista, y solamente se dedicaba a la atención a los viajeros y al servicio comercial.