Agreden a una taxista por no subir a tres clientes ebrios

Agreden a una taxista por no subir a tres clientes ebrios

Lleva seis meses al volante de un taxi y es "la primera vez" que le ocurre algo "tan grave", pero sin duda tardará en olvidarlo. Ángela Jiménez, una taxista de 37 años, sufrió el pasado sábado por la noche, en torno a las 23.00 horas, una agresión a manos de tres clientes ebrios --según su relato-- que la emprendieron a golpes con ella cuando les invitó a que en lugar de su servicio requirieran la asistencia de una ambulancia.

Todo ocurrió en la parada de taxis de la Ribera próxima a la Cruz del Rastro, en la que la taxista se encontraba sola. "Se acercaron un hombre y una mujer que sostenían a otra, que apenas podía tenerse en pie, y quisieron subirse, pero les dije que en ese estado lo mejor que hacían era pedir una ambulancia", recuerda Angela. La reacción de los clientes, sin embargo, no se la podía esperar.

"Una de ellas, la que sostenía a la otra, se puso agresiva y comenzó a dar patadas al coche. También el hombre se sumó y golpeaban el techo y me dedicaban insultos de todo tipo", relata. Pero eso no era nada para lo que vendría después. "Tuve el fallo --reconoce--, aunque era la reacción lógica, de salir del coche para llamarles la atención, y no me dio tiempo ni a hablar". A partir de ahí, una lluvia de golpes cayeron sobre ella.

"Primero me dieron un puñetazo y me rompieron las gafas. Luego, el hombre me agarró del cuello y me tiró contra el capó", y una vez así, más puñetazos, patadas y golpes en la cabeza. "Suerte que intervinieron" varias personas que se encontraban en la zona para detener la agresión, lo que le permitió a Angela llamar a la central y que esta avisara a la Policía, que una vez en el lugar identificó a los tres implicados, de entre 35 y 40 años de edad.

En espera del juicio, la agredida, que presenta diversas contusiones en el cuerpo y una contractura cervical, explica que ha querido dar a conocer estos hechos para "evitar que sucedan casos parecidos" y para denunciar "el trato que recibimos". "No somos muñecos. Me gusta mi trabajo y el 90% de la gente tiene respeto, pero el 10% nos trata de esa manera. Estamos vendidos", asegura.

diariocordoba.com

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