Opinión

Rumi, la japonesa. Así se referían a mí hasta hace bien poco.

Rumi, la japonesa. Así se referían a mí hasta hace bien poco.

Mi nombre es Rumi, tengo 33 años. Mi padre es de Japón del país del Sol Naciente. Mi madre de un pueblo que se llama Oteiza, al que siempre considero mi pueblo querido y que está en Navarra.

Yo nací en Madrid y desde los 8 meses hasta los 16 años viví de continuo en la provincia de Saitama, Japón. Viví en el típico barrio japonés, fui al colegio con niños japoneses y siempre fui la"rara", la "extranjera". En las vacaciones venía todo lo que se podía al pueblo, Oteiza. Aquí también fui siempre la extranjera, la forastera. Pero tuve suerte de caer con mi cuadrilla y la verdad, venir a Oteiza para mi siempre ha sido y será volver a casa.

A partir de los 16 años viví en Madrid, en mi ciudad natal, donde terminé el bachillerato y tras probar un año en Psicología, cursé un grado superior en asesoría de imagen personal. Trabajé desde los 18 en tiendas, como dependienta, de ropa, cosméticos, cosas para el hogar, etc.. Con la gran ayuda de mi madre comercializamos cojines para yoga. Me sentía realizada, pero la vida y yo estábamos flojas... Tras vivir 1 año en Atocha huí a mi querido pueblo donde casualmente conocí a mi pareja de Los Arcos, Navarra.

"Me llamo Jose, soy pastor" esas fueron sus primeras palabras.

¿Pastor...? No caía. Ni por el forro pensé que era pastor de ovejas. Me pilló en un momento de mi vida en el que no sabía para dónde tirar. La ciudad me cansaba, el pueblo me atrapaba... Me pilló justo "EN EL MOMENTO"

Empecé a echarle una mano en su explotación, que había empezado desde cero 3 años antes, a tener nuestras primeras citas haciendo excursión con las ovejas y hasta hoy. En mi vida sólo había tenido un gato, y ahora... 1400 ovejas de carne, más de 10 perros, y gallinas que están por venir.

Siempre me han gustado los animales y la naturaleza. Hay quien dice que una mujer en este mundo ha de ser valiente. Me considero afortunada aunque implique trabajar todos los días del año. Tristemente hay momentos en los que me han hecho sentir menos que un hombre, pero ahora que pertenezco a Ganaderas en Red, me siento con más fuerza para seguir luchando: que no desaparezca este mundo que ayuda a mantener el ecosistema. Dependemos del tiempo, de la naturaleza, de la Pachamama. Nunca me he sentido tan feliz: siento por fin de alguna manera que estoy conectada con el mundo que nos rodea y es más, que puedo ayudar a mantener esta naturaleza, aunque sea pasito a pasito.

Cuando se vive sin tiempo, con estrés y deseando que llegue el fin de semana no poseemos ni un segundo para apreciar ni valorar lo que nos rodea. Cuando uno aprende a cuidar de uno, sabe cuidar de lo que le rodea. Además tengo un gran maestro del pastoreo que tiene más de 80 años y es un gran amigo. Solo siento agradecimiento por haberme cruzado en este camino del ganado. ¡Gracias!. A partir de ahora seguiremos disfrutando aunque tengamos muchos días torcidos, juntos iremos formando una ganadería familiar.

Ahora soy Rumi, la Pastora.

Fuente: Ganaderas en Red