«Doy mi vida por la de cualquiera de ellos»

«Doy mi vida por la de cualquiera de ellos»

'El Punchas', el camionero que causó un accidente con cinco fallecidos, afirma estar destrozado por la culpa y pide perdón a las familias de las víctimas y a los heridos: «No soy un asesino».

A 'El Punchas' el mote le viene de lejos, aunque bien podrían habérselo puesto en estos días, en los que deambula por el mundo con el alma, el corazón y la conciencia lacerados por infinitas espinas. Fuera lo que este totanero hubiera llegado a ser a lo largo de sus 38 años de vida, y tampoco parece que estuviera muy alejado del común denominador, dejó de serlo el pasado día 9, cuando al volante de un camión frigorífico se llevó por delante las vidas de cinco personas. Hoy, pese a su imponente corpachón, no es más que un ser sollozante, quebradizo, temeroso y vacilante cuya existencia se ha reducido «a llorar y fumar, fumar y llorar». Y casi siempre a la par, porque engarza una lágrima con otra y un pitillo con el siguiente.

«Ya sé que no soy un asesino», asiente ante el intento del periodista de proporcionarle un mínimo de tranquilidad y consuelo que le permitan entrevistarlo. «Pero la mente me dice que lo soy», sentencia.

El sentimiento de culpa por la inmensa tragedia provocada es tan intenso que lo ha reducido a un estado casi vegetal. No come -«se me hace un nudo aquí», dice apretándose con el puño la boca del estómago-; no duerme -«doy vueltas y vueltas, me tumbo en el suelo, me levanto...»-; no pisa la calle -«temo que alguien me reconozca y me diga algo»-; no vive: «Solo me siento en el patio y lloro y fumo, fumo y lloro».

«Los transportistas llevamos algo muy delicado entre manos y no podemos cometer tales errores»

Ni siquiera la caja tonta consigue distraerlo. «Ayer pusieron la tele y comencé a gritar: '¡Quitarla, quitarla, que me van a sacar a mí!».

En realidad, lo que teme es encontrarse de nuevo ante el escenario de caos y destrucción que dejó a su paso en la autovía A-7, a la altura del área de descanso La Paz, a última hora de la tarde de aquel lunes que ya nunca olvidará.

«Vi los coches aplastados pero no quise fijarme; luego alguien dijo: 'Vamos a ver lo que hay ahí dentro', y ya imaginé que había gente muerta»

Había estado comiendo en compañía de sus jefes, en la sede de la firma Agetrans. «Un poco de cordero y dos cocacolas», explica. Un rato después subió a la cabina del camión, que iba prácticamente vacío, con solo dos palés, y se dirigió hacia Santomera para cargar más mercancía. Sobre el accidente sostiene que solo recuerda que la furgoneta que iba delante frenó bruscamente. «Di un volantazo para esquivarla, pero aún así le di un fuerte golpe. Después ya solo oí los golpetazos de chapa de los otros vehículos. Traté de frenar, pero no pude. Con el primer impacto algo se metió debajo de los pedales; creo que era el extintor».

«Me lo dijo el guardia civil»

Durante unos segundos permaneció en la cabina en estado de shock. «Cuando fui a bajar me caí desde arriba y me llené de gasoil. Vi los coches aplastados, pero no quise fijarme. Al cabo de un rato oí a alguien decir: 'Vamos a ver lo que hay ahí dentro', y ya me imaginé que había fallecidos. Fue el guardia civil que redactaba el atestado quien más tarde me dijo que había cinco muertos».

Hipólito, 'El Punchas', no es capaz de describir con palabras lo que pensó en ese instante. Dice que solo sentía que su cuerpo lo había abandonado. Que era como si no estuviera allí. Y que se repetía, en un mantra infinito, que él tenía que haber sido uno de ellos, que tenían que haberlo cambiado por ellos. «Aún hoy no dejo de repetirme lo mismo, que por qué razón no me tocó a mí, que por qué no me quedé yo allí y no esas personas. Si pudiera echar marcha atrás no dudaría un segundo: daría mi vida por cualquiera de la de ellos».

Fue el mismo guardia civil quien le dijo que debía someterse a los test de alcohol y drogas. «Le dije que no había tomado nada». Dio cero en la prueba de alcoholemia, pero el detector de cocaína desveló un consumo reciente. «No soy un drogadicto; no tomo drogas. Nunca lo he hecho. Pero el sábado antes, estando de fiesta, un amigo se encendió un cigarro impregnado en cocaína y le di unas cuantas caladas. Juro que después no volví a consumir nada. Incluso pedí a los agentes que me hicieran un análisis de sangre para demostrarlo».

'El Punchas' califica aquella acción suya como «una tontería, una gilipollez», pero no con el ánimo de restarle importancia, sino de reprenderse por su estupidez. «Los camioneros llevamos algo muy delicado entre manos y no podemos cometer errores. Eso que hice lo fue, y mira la situación en la que me encuentro».

Mientras trata en vano de cortar el reguero de lágrimas con unas manos que, de tan grandes, parecen recubiertas por guantes de beísbol, el camionero saca de algún sitio el ánimo justo para dirigirse a las familias de los fallecidos y a los heridos. «Me gustaría decirles que fue un accidente. Que yo no quise que ocurriera eso. Que no soy un asesino».

Fuente: laverdad.es