Opinión

“Duros de mollera". Por Manuel Pérezcarro Martín. Opinión

Como vacas viendo pasar el tren. "El diván del transporte". Opinión
Un camión en carretera.
“Duros de mollera". Por Manuel Pérezcarro Martín. Opinión

  Manuel Pérezcarro Martín

Cuando decimos que una persona es dura de mollera es que le cuesta entender. No sé si en el caso de los cargadores en relación con la posición de los transportistas en el tema de las 44 toneladas es un caso de no entender lo que decimos al respecto o de no querer entender. Me inclino por lo segundo.

Argumentos a favor de la ampliación de la capacidad de carga de los camiones de 40 a 44 toneladas hay muchos: eficiencia, ecología, reducción de la congestión de las carreteras, etc., por tanto, puede no entenderse la negativa de los transportistas a asumir esta propuesta de los cargadores.

Sin embargo, esta argumentación es simplista, pues no se tienen en cuenta los efectos negativos de toda índole que puede tener esta medida que tampoco convence a la Unión Europea, cuando a pesar de las presiones recibidas, no ha modificado en este aspecto la Directiva 96/53/CE sobre pesos y dimensiones más que en temas referentes a la aerodinámica o el uso de las energías alternativas por parte de los vehículos.

Están abiertas negociaciones, en el seno del Comité Nacional, entre transportistas y cargadores en las que éstos estarían dispuestos a admitir determinadas reivindicaciones de los transportistas a cambio de que éstos admitan el incremento hasta las 44 toneladas, lo que así expuesto parece una postura razonable de los cargadores.

Cualquier ventaja que pueda obtener el sector del transporte derivado de las negociaciones con los cargadores, serán papel mojado, incluso en el improbable caso de que dichas medidas se publicaran en el BOE.

Pero hay un pero, cualquier ventaja que pueda obtener el sector del transporte derivado de estas negociaciones, ya sea referente a los plazos de pago del precio del transporte, la revisión del precio del transporte en función de la variación del precio del gasóleo, los tiempos de espera, la carga y descarga o el compartir el beneficio que supone el transportar 4 toneladas más, serán papel mojado, incluso en el improbable caso de que dichas medidas se publicaran en el BOE y con medidas coercitivas en caso de incumplimiento.

¿Por qué? Muy sencillo y lo saben los cargadores. No hace falta más que echarle un vistazo al Observatorio de Mercado del Transporte de Mercancías por Carretera, resultado del trabajo auspiciado por el Ministerio de Fomento y en el que participan los transportistas, a través del Comité Nacional y las Asociaciones de Cargadores.

En el último número de este Observatorio de marzo de este año, llaman poderosamente la atención los siguientes datos:

La evolución de la oferta, esto es, de la capacidad total de carga de los vehículos pesados, solo tractores, en enero de 2017, se cifra en algo más de 4 millones de toneladas, aproximándose a las cifras de la pre crisis económica que llegó a estar en cerca de 4,3 millones de toneladas.

Que nadie, pues, nos dé lecciones de eficiencia, y además, a costa de nuestras cuentas de resultados.

Pasar de 40 a 44 toneladas la masa máxima de los camiones, supone un incremento de la capacidad total de carga de un 10 por ciento, y de un 16 por ciento de la carga útil. Esto es, la capacidad total de carga pasaría a ser de 4,4 millones de toneladas, pero el incremento de la oferta real sería mucho mayor si consideramos la carga útil.

Por otro lado si observamos la evolución de los precios y de los costes directos del transporte de mercancías por carretera en vehículos pesados (vehículo articulado de carga general) tomando como base el 1 de enero del año 2000, mientras que los costes se han incrementado al 1 de enero de 2017 en un 52 por ciento, los precios solo lo han hecho en un 33 por ciento.

Que nadie, pues, nos dé lecciones de eficiencia, y además, a costa de nuestras cuentas de resultados. Pero incrementar la oferta de transportes de un día para otro en más 400.000 toneladas, supondría la ruina del sector pues la presión del mercado haría caer los precios en picado y que los acuerdos pactados con los cargadores se convirtieran en humo, porque los propios transportistas serían los primeros en renunciar a ellos con tal de no perder el cliente.

Y todo esto compitiendo con empresas buzón, falsas cooperativas y empresas rumanas, lituanas o búlgaras con costes mucho más bajos sin que se tomen medidas eficaces e inmediatas por la Administración. Lo malo de esto es que los cargadores lo saben perfectamente. No es que no lo entiendan, es que no lo quieren entender.

Manuel Pérezcarro Martín

Secretario General FROET