La quimera del mercado único

La quimera del mercado único

Al contrario de lo que sucede con otras modalidades de transporte, la carretera exhibe una estructura empresarial tremendamente atomizada, con escasa o nula existencia de corporaciones de alcance multinacional y que sigue siendo tremendamente ‘localista’. Un ejemplo de este localismo es que en nuestro país conviven más de 50 convenios colectivos diferentes en materia de transporte.

Basta echar un vistazo a la normativa sobre cabotaje, a su propia complejidad y a los variados criterios de aplicación de la misma, según el país por el que se ruede, para darse cuenta de que prima más la defensa de los intereses locales que la visión de Europa como un espacio único en el que competir. En este contexto, no es de extrañar que las presiones del sector en Francia, Alemania, Reino Unido, etc. (y también algunos en España) ante sus gobiernos vayan siempre dirigidas a crear más trabas (legislativas) a sus colegas de profesión de otros países.

Los diferentes países de la UE suelen ceder ante esas presiones de los lobbys, de forma activa, aprovechando el amplio margen que la reglamentación europea les concede, y también pasiva, como reflejan los últimos incidentes en Francia. En este caso, dejando de lado la obligación que tienen de garantizar el libre tránsito de mercancías cuando éstas se mueven a bordo de camiones de otros países o realizando una interpretación ‘sui generis’ de la reglamentación europea sobre cabotaje. Nuestros transportistas lo están sufriendo con demasiada frecuencia, mientras las autoridades españolas no alzan la voz en Europa para reclamar equidad y el ‘fair play’.

Comentarios